
La “chocolatada” se realizaba en la “Sala de la Libertad”. De pronto, ingresó a la “chocolatada” Víctor Raúl, creándose una gran confusión entre los jóvenes, ya que con Víctor Raúl ingresaron unas 20 personas más.
La compañera “Goya” tuvo que hablar con Jorge Idiáquez, quien dispuso de un dinero para que se compre chicha morada de sobre para salvar la situación de la falta de chocolate. Cuando se empezó a repartir el chocolate, el Jefe notó que a los líderes les daban el chocolate caliente, mientras que a los japistas se les alcanzaba la chicha morada.
Muy discretamente alzó su índice derecho y llamó a “Goya”, que estaba a cargo de la organización. Le dijo una sola frase: “El chocolate es para los niños”. La compañera Goya, aceptó la recomendación para tenerla en cuenta en una futura reunión. Pero al ver el Jefe que no había entendido bien su orden, nuevamente la llamó y le dijo: “He dicho que el chocolate es para los niños”. Y le entregó la taza de chocolate que le habían servido.
Goya, completamente roja de vergüenza, tuvo que pedirles su taza de chocolate ya servida a Armando Villanueva, Andrés Townsend Ezcurra, Luís Heysen, Luís Alberto Sánchez y otros; para cambiársela por la chicha morada de sobre y entregar el chocolate caliente a los jóvenes apristas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario