
Era el año de 1945. Haya llegó al mítin y, antes de subir al estrado, decidió caminar entre la gente que se iba juntando en la Plaza San Martín para recibirlo. Andando entre el público, empezó a preguntar por él mismo y si conocían “al orador principal de esa noche”.
“Nadie me reconoció, ni jóvenes ni adultos", "¡Qué extraño! ¡Cómo los años lo cambian a uno!".-comentó el “Jefe”.
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