
Ésta es la anécdota de un peruano en el extranjero, al cual han nombrado cónsul en Shangai, hace muchos años atrás.
Al llegar a la ciudad y no encontrar en que movilizarse para acudir al consulado resuelve, a regañadientes, subir al famoso carrito de tracción guiado por un coolí. El chino parte raudo por las calles de la hermosa ciudad, llevando su preciosa carga, el cónsul del Perú y sus valijas. Desgraciadamente al girar una curva, el chinito pierde el equilibrio, pisa una cáscara de plátano y se produce una caída. Víctimas de un tremendo golpe, el cónsul y el coolí se ponen de pie.
- Caracho que mala pata -dice el coolí con neto acento peruano.
Estupefacto, el cónsul le interroga:
- Oye, ¿Tú eres peruano?
- Peruano, patrón, de pura sepa -contesta el coolí.
- Y ¿Qué haces en Shangai? -replica el cónsul.
- Aquí me tiene patrón, acarreando imbéciles.
Una carcajada gloriosa resonó en todo el recinto.
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