EL ALMA DE MANUEL AREVALO

El Jefe nos contó que estaba escribiendo en Incahuasi los artículos para la “Tribuna Clandestina”, también conocida como “Pan Caliente”. La seguridad del Jefe se encontraban descansando y sólo Jorge Idiáquez se encontraba despierto, recostado en un árbol en la parte trasera de la casa. Ante tanto silencio, Víctor Raul siente en la entrada un ruido. Sigilosamente se acercó a la puerta para ver por un pequeño orificio de la puerta, qué es lo que pasaba. El asombro lo dejó perplejo al ver parado en la puerta a Manuel Arévalo Cáceres, quien unos meses antes los soplones habían asesinado, aplicándole la “ley de fuga” en Colorado Chico. Abrió la puerta y salió rápidamente yendo al encuentro de Manuel Arévalo, Lo abrazó y observo que no pisaba el piso y que tenia los zapatos bien lustrados y chocaron cabeza con cabeza y le dijo: “qué haces aquí si te han torturado peor que a Cristo y te han muerto”. Arévalo le dice: “eso ya paso, he venido a decirte que vienen por ti y tienen que salir en estos momentos. Los que te acompañan que se vayan y tú quédate en la esquina de la cochera, pues no te van a ver”. Haya entró a la casa y despertó a su seguridad. Los hizo irse y luego se puso en la esquina donde le había indicado Arévalo. Apenas había terminado de colocarse, cuando la policía política llegó y Haya los vio. Escuchó que ellos decían “aquí no vive nadie” y “fue un dato falso”. Se fueron como habían llegado. Víctor Raúl estaba delante de ellos y no lo veían.

No hay comentarios:

Publicar un comentario